24.5.11

mirame, mirame, mirame

Ella tenía un amigo invisible. Durante etapas, los dos jugaban y se divertían. Pero algunas veces, cuando ella lo buscaba para jugar, él rompía alguna parte de sus muñecas favoritas. Ella se iba corriendo a su cama y lloraba y pataleaba. Pero al cabo de cinco minutos se olvidaba y volvía a ver la masacre. Después de un tiempo, aprendió a no enojarse por las muñecas rotas y a ponerse contenta porque él disfrutaba de eso. Lo veía sacarles las cabezas, perforarles los ojos, cortarles el pelo con una sonrisa y brillo en los ojos, y no podía evitar permitirlo. Solo quería que él se divirtiera. Hasta empezó a participar y casi disfrutar de esas atrocidades. Aún cuando cada cosa que le hacía a sus muñecas la sentía en el cuerpo. 
Cuando no estaba con él, estaba pensando juegos para proponerle, porque no quería volver a vivir esa situación. Pero era inevitable. Le gustaba la propuesta pero siempre decía que no. Y volvía a agarrar sus muñecas. Un día se dio cuenta de que aún cuando él no estaba, ella rompía sus muñecas. Se le había vuelto un habito. Lo hacía sin pensar, ya le había encontrado el gustito al dolor. Y sus muñecas ya eran solo pedacitos de cuerpos sin posibilidad de reconstrucción. Un día, le dijo que no quería jugar más a eso, que no le hacía bien. Y no volvió a verlo.
Hoy, cuando lo recuerda, no duda de que en realidad, la amiga invisible era ella.

2 comentarios:

Romi dijo...

wowwww me re gusto pero me dio un poquito de miedo tb jaja

besos

Anónimo dijo...

Redacción: muy buena
Pensamiento: que cosa eso de nunca poder decirle que no al otro (masculino)
Sentimiento: te amo!