17.5.11

Llegué y toqué fondo!

Esto es cualquiera. La mejor manera de mentirse a uno mismo es tratando de olvidar todas las cosas que fuimos e hicimos y creer que porque eso no sea presente, no es parte de lo que somos hoy. Pero siempre (siempre) hay gente que se encarga de recordartelo. Como esa anécdota que yo olvidé por muchos años y una amiga me recordó hace poco. Ahora resulta que no puedo dejar de pensar en eso. Fue así:
Hará cosa de dos años, no me acuerdo bien porqué, con mi mamá decidimos ir a Córdoba a visitar familia. Ah si, ya me acuerdo, ella porque cree que su mamá se va a morir en cualquier momento (lo esperamos hace años y jamás pasó) y yo porque recientemente había tenido una revelación de amor (familiar) con uno de mis primos. Fuimos a pasar 2 noches, o sea, 4 días más dos noches más de viaje. Paja. Yo la primer noche me quedé en Tanti con mi primo mayor y su familia. No quise ver a mi abuela pero me la crucé en la calle. Jugué con Luca, bla, normal. Al día siguiente me fui a Córdoba capital a la casa de mi primo Agustín. Por alguna extraña razón accedí a juntarme con él y 3 amigos más a ver un partido de la selección. Yo me imaginé 3 potrazos, en cuero, tomando cerveza y gritando goles.
Sí, tomaron cerveza, gritaron goles. Sisi, también estaban en cuero, pero para que se den una idea, preferiría sacarle con la lengua la pelusa del ombligo de Oggi Junco. Tomé todo lo que pude para no vivir esa realidad y cuando terminó el partido y creí que terminaba mi agonía, mi primo tiró la onda de juntarnos a comer algo a la parrilla en su casa y después salir. Me quise matar pero cuando llegaron bañados,  VESTIDOS y perfumados, me cayeron mejor. Aparte ahora existía algo similar a una conversación, no eran 4 monos frente al televisor explicándole al árbitro qué tendría que haber cobrado. Estuvo divertido. Mucho no me acuerdo porque en ningún momento desde las 4 de la tarde dejé de tomar cerveza y fernet. De hecho nunca llegué a cenar, solo tomé, tomé y tomé. En algún momento de la noche fuimos a un boliche. Creo. Fuimos a algún lugar, eso seguro. Porque el único recuerdo que tengo es estar sentada en un sillón hablando con un pibe y tomando algo de esos vasos laaaaaargos como los que te daban en los boliches de Bariloche. Y ahí, justo ahí, vino la laguna. Bue, eso es mentira, me acuerdo algunas cosas pero no las quiero contar porque no quiero ni pensarlo. Porque yo ya lo había enterrado en mi memoria y cierta persona me obligó a recordar. En fin, el siguiente recuerdo nítido que tengo es de estar caminando por la calle, doblar, doblar, caminar, hasta llegar a la casa de mi primo. No entiendo cómo, si no me acuerdo de haber salido, supe volver sola, pero es uno de mis dones. Inexplicablemente tenía llaves de su casa. Más inexplicable, mi primo estaba despierto (8 am) jugando un juego de fútbol en la pc. Y aún máaaaaas inexplicable, es que tenía una boa de plumas ROJA al rededor del cuello. Sisi, y no me di cuenta hasta que mi primo me lo dijo. Me sentía un viejo tachero con bigotes, oliendo una tanga usada de una pendeja trola. Pero no porque la boa fuera un trofeo como la tanga para el tachero. O sea, no me estaba sintiendo como el tachero, me estaba sintiendo como si yo viera de afuera un tachero oliendo una tanga. O sea, una cosa muy desagradable, usada, sucia, barrilete, ebria, y todas cosas feas. Pero siempre trato de ver lo positivo de mis errores. Esta vez, me hice una boa!

1 comentario:

Camila dijo...

Yo me acuerdo qué pasó! jaja