27.3.15

Acá tenes ketchup para esa papa frita

Cuando hace un tiempo considerable que estás sola, digamos que ya te acostumbraste a no dormir con alguien que te de un beso de buenas noches, a remarla para conocer gente, a no tener con quien coger cada vez que queres coger, a chatear más con tu vieja que con un chongo, a vestirte como un homeless (y oler también) cuando estas en tu casa, a cambiarte la bombacha una vez por semana, a cagar en las piedritas del gato, A RASURARTE EL BIGOTE PORQUE TOTAL NO VAS A PINCHAR A NADIE... uff me emocioné y perdí el punto. Cuando no estás soltera, sino que lo sos, cualquier estímulo al autoestima es bienvenido. Si tenes suerte, apenas te separas tenes tres machotes arrastrándote el ala. Si tenes suerte, tenes guardadito un as bajo la manga para las noches de soledad. Si tenes suerte, no necesitas todo eso. Y si tenes suerte, no sos yo. Yo quiero coger y no tengo con quién. No hablo de cualquier roto para mi descocido (mm quedó raro), eso se consigue. Pero no algo que cumpla los requisitos mínimos. Si es divertido, es un bagarto. Si te coge bien, tiene novia. Si está bueno, no te da cabida. Si es inteligente, no te calienta. Y así.
Por eso cuando encontramos a alguien que cumpla dos o trés, ya flashamos amor. Y con eso me refiero a tener las cosas claras. Es lo que es, no hablo de títulos, solo tener un vínculo relajado y fluido.
A veces, en este momento de soltería, preferís sentirte linda, o deseada, más que coger en sí. Y ese día me tocó hace poco. Me crucé con un chico que cumplía varios requisitos: estaba bueno, era divertido e interesante. Evité hacerle algún tipo de comentario a mis amigos (que lo conocían), porque pfffff mirá si ese potro lleno de personalidad me va a dar bola.
Apenas me fui un amigo me avisó que el pibe había preguntado por mí. Todavía me acuerdo esa sensación de I'M THE KING OF THE WORLD que las feas no estamos acostumbradas a sentir.
Iba manejando con una sonrisa de oreja a oreja. Semáforo. Frena un auto al lado, bajan las ventanillas: 3 pibes. El primero me dice "no me digas que ya te vas a dormir, en qué falló el pibe?". Imagínense mi autoestima como un velocímetro: venía en "the king of the word" y no sacaba el pie del acelerador. El segundo me dice "si me preguntas cual es mi sueño en este momento, te digo que tener un cita y que aparezcas vos arriba de ese auto". Y ya me la empecé a creer en serio. Soy una diosa, manejo un auto hermoso, puedo tener al hombre que quiera, soy exitosa, perfecta, y si estoy sola es porque quiero. No me bajaba nadie de ahí, eh. Hasta que el tercero me dijo el mejor piropo que escuché en la vida: "vos... vos sos un combo agrandado".

12.3.15

Fito tenía razón

No se si es una tendencia, o pura casualidad, pero todos los profes de música que tuve en los colegios por los que pasé, amaban a Fito Paez. O se pusieron todos de acuerdo para hacernos escuchar tantas veces todos sus temas, que lo terminemos odiando, ojo. No descarto un complot.
En séptimo grado, cuando todos se ponen melancólicos, cantamos Brillante sobre el mic en el acto de despedida. Desde entonces odio ese tema. Pero mirá que loco, que no puedo dejar de cantar en mi mente que "hay recuerdos que no voy a borrar" cada vez que pasa algo que, valga la redundancia, no voy a poder olvidar jamás. No se ustedes, pero yo tengo muy mala memoria, no pasa seguido.
Y no me refiero a algo que te acordas de hace mil años y no sabes ni cómo, ni para qué ocupa espacio en tu cabeza, como el número de línea (sin el 4) de tu mejor amiga de la primaria. Digo esos momentos que mientras están pasando sentís como si se estuvieran tatuando en tu alma. Bueeeena, poeta.
La última vez que me pasó, no fue justamente con un grato momento.
Resulta que, en esta vorágine de Tinder, conocí a un pibe y flashamos amor desde el minuto 1. La primer semana, nos vimos 5 días y me presentó a su hija, a su vieja y amigos. A los 15 días nos fuimos de viaje y ya dormíamos todas las noches juntos. Esas cosas que son cualquiera, pero elijo disfrutarlas mientras tanto. La cuestión es que a los 3 meses prometerme un reino de amor eterno, me dejó en Pampa y la vía jugando a la escondidas con mi autoestima: decidió volver con la ex y madre de su hija. Pero con el cinismo que lo caracteriza, me dijo que me quería ver una última vez, y que tenía ganas de ir a cenar a algún lugar lindo conmigo. Y yo con la pelotudez que me caracteriza, acepté. Fuimos a Kansas:

  • Tomamos unas cervezas mientras esperábamos la mesa.
  • Pedimos ribs.
  • Llama su ex. Le dice que está en Kansas, que es re lindo, que lo googlee, que está solo, que después hablan.
  • Pedimos cheesecake.
  • Aparece la ex con la hija a las puteadas.
  • Él le ofrece una silla, una cuchara  y algo para tomar. Ella dice que no. La nena se tira al piso y llora.
  • Yo abro los ojos como 2 km.
  • Pide la cuenta, paga y se van.
Y ahí quedé yo, frente a medio cheesecake, inmóvil y con los ojos desorbitados pensando en Fito Paez.