Los últimos meses tuve la no suerte de pasar por un momento choto que me llevó a necesitar una licencia psiquiátrica. Esa es la visión de la Maru (si, ya votaron que me siga llamando así, váyanse a la mierda) depresiva. Por suerte, tengo otra Maru adentro también. Es más, somos varias.
Y una de esas es ambiciosa. Decidió que no quería trabajar toda su vida en relación de dependencia, y aprovechó el tiempo libre que le llegó sin buscarlo. Se puso las pilas con el emprendimiento que heredó (junto con un ipod, una casa llena de recuerdos y el corazón destrozado) de una relación que no funcionó.
La Maru depresiva, que todavía no terminó de morir con la medicación, le grita de a ratos para qué. Para qué tanto esfuerzo si es más cómodo la estabilidad de un trabajo fijo y un sueldo a fin de mes. Para qué tener ambición, y darle tantas posibilidades de protagonismo al fracaso. Para qué meter la cabeza en la boca del león. O del lobo, no se como es el dicho.
Y la Maru ambiciosa le dice que simplemente para intentar ser feliz, y la deja calladita la boca y de brazos cruzados. Solo se lo dice para que no joda más, pero no cree en la felicidad como un estado, sino como una gran cantidad de momentos de disfrute. La Maru insegura, que es muy amiga de la depresiva, le dice que eso suena a ser vaga más que emprendedora, que en realidad no quiere levantarse temprano, y que no entiende de qué piensa vivir hasta que el emprendimiento esté aceitado y deje ganancias. La ambiciosa le hace fuck you y la manda a lavarse el orto. No tiene mucha tolerancia a los comentarios de la gente que no aportan, y perdió el filtro hace rato.
La Maru malhumorada pone cara de orto, y la Maru autosuperadora le dice que con esa actitud, y los dos gatos, va camino a la soledad eterna y no se lo va a permitir.
Y acá, en medio de esta lucha interna de Marus que pelean entre sí, yo me peleo con todos los demás. Yo trabajo el doble que cuando tenía un trabajo fijo. Tengo una billetera muy flaca, una heladera vacía y el mismo contacto social que una oruga. Pero estoy llena de momentos de disfrute. Como ahora, que me puedo dar el lujo de abrirme una cerveza helada, ponerme el pijama, y escribir esta sarta de pavadas sin pensar en que mañana tengo que quemarme la cabeza para que alguien más se llene de plata.
Pensaba que había tenido la no suerte de pasar por un momento choto que me llevó a un cambio de vida que no había elegido. Y hoy creo que tuve la suerte de salir sorteada en una de esas bolas que giran con bolitas adentro. Creo que se llama bingo, y también la usan para sortear las zonas de los países para el mundial. Creo que la vida me llevó a tener que hacerme cargo de quien soy y dejar de mirar para el costado y tratar de encajar. De una vez por todas.
Y quiero ser justamemte quien soy: esta suma de Marus que me vuelven loca, que me hacen dudar, que me hacen trabajar 24/7 para conseguir lo que quiero, que me hacen quejar 24/7 de tener que trabajar y que tienen los huevos que hay que tener para enfrentarse a su propia mierda y al resto de la gente que opina sobre mi vida como si no fuese mía solo mía. Y creo que no hace falta aclarar que la Maru egoísta jamás va a permitir que nadie se meta en mi camino.
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