7.4.11

El amor de la vida de alguien más - PARTE I

Me choca perder gente. Digamos, no que se muera. Sino que no esté en mi vida. Por ejemplo, nunca superé haberme peleado con una chica de la que fui muy amiga llamada Soledad y que en realidad ya no me acuerdo ni porqué nos peleamos. Pero hoy voy a hablar de algo mucho más superficial. Un chongo.
Situación: sábado medianoche, volvía a mi casa en el auto de cenar con una amiga, muy dispuesta a dormir. Suena el celu:
- Hola Maruuu, cómo estás? Che... qué te iba a decir... me llamó Alfon, me invitó a una fiesta... pero no me da para ir sola con todos sus amigos...
- Ni lo sueñes, estoy yendome a dormir, re villera vestida, sucia, mala onda... de hecho.. estoy en la puerta de casa, te dejo porque tengo que entrar el auto, mañana me contás como te fue!
- Nonononon pará, plis, acompañame, yo tampoco me bañé, si querés no me maquillo y no me pongo tacos, te presto ropa, nos delineamos antes de llegar... plis, dale... te estas yendo a dormir un sábado a las 12 de la noche, no me jodas, acompañame.
- Bue, en ´10 estoy en tu casa, bajame el vestidito negro que me gusta a mí... (sufro del famoso "sí facil")
- Ay... pensaba ponermelo...
- Bueno, ponetelo y andá sola.
- No, no, está bien, te lo presto... me pongo otra cosa.
- Bueno dale, te veo en 10
- Genia, beso.
-Ah, para, para... esto es en serio, no voy a esperarte abajo más de 3 minutos de reloj, así que yo que vos voy bajando.

Con esa onda de mierda nos aventuramos a una fiesta en una casa en un barrio desconocido. Ella estaba feliz y diosa y yo con tremenda cara de orto, mal vestida y sucia (al final no quise su vestido negro, preferí quedarme con mi buzo de GAP manchado con lavandina). Al rato de estar ahí y sin ser consciente de que tenía que manejar, me emborraché todo lo que pude y fui muy sociable. Claro, esas dos cosas van de la mano, sin alcohol no hay simpatía. Me hice un montón de "amigos de fiesta", de hecho estuve toda la noche sola porque mi amiga se fue con su chongo y no me aburrí. En un momento se escucha un vidrio roto y un grupo de pibes se empieza a cagar a trompadas. Apagan la música, prenden las luces, y la gente empieza a salir como puede. Obviamente, afuera sigue el bardo y todo el mundo tratando de separar, pendejas histéricas gritando y llorando en patas con el maquillaje corrido (no descubrieron el rimmel a prueba de agua) persiguiendo a sus chonguitos para que no los lastimen y arruinen sus bellos rostros, buen. Mi amiga y yo mirábamos desde la esquina porque estamos grandes para esas cosas. Mentira, porque somos muy cagonas y nos angustia la violencia. Pero lo que mi amiga no sabía es que yo no estaba viendo la pelea, los gritos y las corridas... yo estaba buscando un pelado al que había fichado con el que había pegado buena onda y con el que justo estaba hablando en el momento en el que empezó el disturbio y desapareció en la muchedumbre.
Y ahí lo vi saliendo de la casa, caminando hacia la esquina (en camara lenta con su pelada al viento, obvio) por la vereda de enfrente, cruzó y, tengo tanta suerte, que se paró justo al lado de mi auto aparcado (cuando estoy ebria uso palabras cool como aparcar que incorporé en mi viaje por centroamérica).
Me sentí como la gata y el ratón. No se exactamente a qué me refiero con esta expresión. Pero sonreí, convencí a mi amiga de que nos teníamos que ir, y me acerqué a mi presa con esa expresión de "algo estoy tramando", también en cámara lenta. Él estaba con dos amigos, uno buena onda y uno quebradísimo que me había caído mal por exceso de confianza.
-Uy boludo, ese chico está muy mal, subilo al auto que lo llevo a la casa (por mis adentros, muajaja).

Continuará...

1 comentario:

una piba dijo...

geniaaa!! quiero masss