Está re de moda ser mujer y quejarse de los hombres que te gritan cosas en la calle, los que te apoyan en el bondi, y los que te cosifican. A mí tampoco me gusta, pero no me pasa mucho. Será que la papada ya me está afectando audición, y que los que me rozan en el bondi es porque es físicamente imposible esquivar mi culo. Así de sexy y todo, no tengo levante en la vía pública, pueden creer?
De hecho yo soy la que suele acosar hombres. Solo que ellos no se enteran. Por ejemplo, una vez nos fuimos de vacaciones a un complejo de cabañas en Uruguay con mi familia. Yo iba a la primaria, re pequeña. Y me gustó un chico (no flashé amor, nos gustamos mutuamente aunque ninguno se lo haya dicho al otro ni haya pasado nada) que era de Olivos y tenía mi misma edad. Cuando volvimos fuimos amigos telefónicos por un tiempo, y una vez nos vimos dos segundos en una heladería en Vicente Lopez, y eso fue todo. Ja, eso es lo que el cree, iluso. Yo tenía fotos suyas página por medio en mi agenda Pascualina, y un cartel con su nombre en la cabecera de la cama. No se bien como suena esto del cartel, pero era terrible: SERGIO. Letras góticas, hecho a mano con marcador azul, cada letra en una hoja cuadriculada. Muy miedo.
Otra vez, también en la primaria, me gustaba un chico que se llamaba Nicolás (ahora lo tengo en Facebook, así que Nicolás, si estás leyendo esto, hola) y tenía un cuadernito donde anotaba todo lo que sabía de él: la pantente del auto de la mamá, el nombre y fecha de cumpleaños de la hermana, y demás cosas importantísimas. Lo más horroroso que llegué a hacer por Nicolás fue guardar un papel de Frutare de frutilla que comió en un recreo. Por último, como frutilla de la torta de la psicopatía amorosa, y para que vean hasta donde corrí el límite de lo aceptado, una vez salí 6 meses con un chico que se iba a vivir a Nueva Zelanda, y para no olvidarme todo lo que me gustaba, escribí (y fotocopié, vaya uno a saber para qué) El diario de Darío, donde escribía todo lo que hacíamos. La tapa era una foto de él con una tanga mía. Ahí me retiré, y me dediqué a ser normal. JAJAJAJ re que no lo cree nadie. Solo espero que esto nunca llegue a manos de mi psicóloga. JAJAJA re que no voy a terapia.
Bueno, basta de pelotudez, todo esto venía a otra cosa. O sea, a otra pelotudez.
La otra vez estaba en un bar tomando una birra con un amigo. Uno de esos días en los que estás de buen humor y por eso sos más linda y emanas buena energía. Estábamos sentados en una mesita alta con dos banquetas, y al lado nuestro había una mesa de altura normal con 3 tipos. Uno de espaldas, camisa blanca arremangada, pantalón de vestir y zapatos negros bien brillantes en punta. Tenía gel, y fumaba Camel. O sea, nada más lejos de la clase de hombres que me atrae. Yo estaba en la mía, pero la mía siempre incluye mirar a mi al rededor y empecé a notar que el pibe se daba vuelta y me miraba. Los otros dos me miraban, pero era más natural porque me tenían en su rango de visión, o como poronga se diga. Como estaba de buen humor y me sentía linda, pensé que simplemente me miraba. Además, era la única mujer en el sector, y tal vez dije en voz un poco alta varias veces la palabra pija, o culo. Pero no, nada de eso. El pibe me miraba las tetas. Me miraba alevosamente las tetas. Se daba vuelta y fichaba bubis. Un rato después, cuando ya me había empezado a incomodar, le digo a mi amigo:
- Ay boludo, este goma no para de darse vuelta a mirarme las tetas, que onda?
Él bajó la mirada a mis pechos, y no pudo decir ni una palabra. Se empezó a reír a carcajadas, se tambaleó en la silla. Parecía como si hubiera pasado algo muy muy muy gracioso, pero no me imaginaba que hasta que TENIA UNA GOMA AFUERA. Cerrame la 15.
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