12.3.15

Fito tenía razón

No se si es una tendencia, o pura casualidad, pero todos los profes de música que tuve en los colegios por los que pasé, amaban a Fito Paez. O se pusieron todos de acuerdo para hacernos escuchar tantas veces todos sus temas, que lo terminemos odiando, ojo. No descarto un complot.
En séptimo grado, cuando todos se ponen melancólicos, cantamos Brillante sobre el mic en el acto de despedida. Desde entonces odio ese tema. Pero mirá que loco, que no puedo dejar de cantar en mi mente que "hay recuerdos que no voy a borrar" cada vez que pasa algo que, valga la redundancia, no voy a poder olvidar jamás. No se ustedes, pero yo tengo muy mala memoria, no pasa seguido.
Y no me refiero a algo que te acordas de hace mil años y no sabes ni cómo, ni para qué ocupa espacio en tu cabeza, como el número de línea (sin el 4) de tu mejor amiga de la primaria. Digo esos momentos que mientras están pasando sentís como si se estuvieran tatuando en tu alma. Bueeeena, poeta.
La última vez que me pasó, no fue justamente con un grato momento.
Resulta que, en esta vorágine de Tinder, conocí a un pibe y flashamos amor desde el minuto 1. La primer semana, nos vimos 5 días y me presentó a su hija, a su vieja y amigos. A los 15 días nos fuimos de viaje y ya dormíamos todas las noches juntos. Esas cosas que son cualquiera, pero elijo disfrutarlas mientras tanto. La cuestión es que a los 3 meses prometerme un reino de amor eterno, me dejó en Pampa y la vía jugando a la escondidas con mi autoestima: decidió volver con la ex y madre de su hija. Pero con el cinismo que lo caracteriza, me dijo que me quería ver una última vez, y que tenía ganas de ir a cenar a algún lugar lindo conmigo. Y yo con la pelotudez que me caracteriza, acepté. Fuimos a Kansas:

  • Tomamos unas cervezas mientras esperábamos la mesa.
  • Pedimos ribs.
  • Llama su ex. Le dice que está en Kansas, que es re lindo, que lo googlee, que está solo, que después hablan.
  • Pedimos cheesecake.
  • Aparece la ex con la hija a las puteadas.
  • Él le ofrece una silla, una cuchara  y algo para tomar. Ella dice que no. La nena se tira al piso y llora.
  • Yo abro los ojos como 2 km.
  • Pide la cuenta, paga y se van.
Y ahí quedé yo, frente a medio cheesecake, inmóvil y con los ojos desorbitados pensando en Fito Paez.


1 comentario:

nacho dijo...

Al menos pago la cuenta, deberia haber ahorrado para el alargamiento peneano.